miércoles, 15 de agosto de 2007

Carta de un Chileno a los Chilenos


No puedo ver pobreza, no puedo ver desesperanza ni sufrimiento. No quiero creer en que existan miles de chilenas y chilenos que sufren a diario de frío, hambre, dolor y que no exista la voluntad suficiente para remediar esos males. ¿Es acaso utópico, conservar en el corazón el deseo de poder curar los males de todo el mundo?. Sí, se que es exagerado, pero si trabajo por solucionar los problemas de los más necesitados, sé que en la medida de lo posible lograre curar muchos males, y al final de mi vida habré contribuido a que en mi país exista menos pobreza. Ahora si bién, soy parte de una minoría, creo que si cada uno de nosotros entregara una cuota mínima de sacrificio y trabajo por sanar males, al final de mi vida no tendría que seguir viendo pobreza.

¡Que ganas de ser constructor! y poder regalarle a todos los que vivan en la pobreza o en la calle una vivienda digna.

¡Que ganas de ser médico! y poder curar las enfermedades de todos quienes no tiene acceso a una salud digna.

¡Que ganas de ser Empresario! y emplear a los miles de desocupados que no tienen como llevar sustento a sus familias.

Pero soy un jóven, idealista, apasionado y en extremo soñador, sin embargo nunca descansaré por materializar mis ideales y mis sueños, por que no me cabe la menor duda de que no soy el primero ni el único que piensa así. La distancia entre un buen pensamiento y una buena acción, es proporcional a nuestra buena voluntad. Si cada día los constructores, pusieran su talento al servicio de los sin casa, y de una vez por todas les entregaran una vivienda digna y justa. Si cada día los médicos, atendieran por esa verdadera vocación casi sacerdotal y no por el sueldo y el Empresario, velara por los intereses de sus trabajadores honrados y sacrificados, seguramente mi sueño se haría realidad.

Por ahora, no me queda más que continuar escuchando el sufrimiento del enfermo, del abandonado y de aquel cuya casa se llueve en invierno y se derrumba en verano, y poner toda mi energía, todo mi aliento y todas mis capacidades al servicio de ellos para que puedan llevar finalmente una vida digna.

No importa tu color político, tu religión o filosofía. Importa que lo que hagas, lo hagas con amor. Piensa en que siempre habrá alguien que espera algo de tí.